EL FARO DEL NORTE

Trata sobre la vida en general

Franciscanismo

Muchos de los que se llaman hermanos, no lo son

¿A quién pretenden engañar, a mí o los demás, a Dios?  De seguro, que a mí me pueden engañar, y a los demás también, pero a Dios de seguro que no.

¿Saben muchos de los hermanos franciscanos, lo que significa ser HERMANOS DE VERDAD?

¿Sabemos lo que significa Fraternidad, Lealtad, Caridad, Compasión, auxilio, compromiso…?

Si he de ser sincero, y con una profunda pena, he de decir que éste, que les escribe, no ha sentido nunca lo que quiere decir dentro de la Fraternidad  Franciscana Seglar, a la que pertenece, el sentirse hermano, fraterno, de acogido, arropado, comprendido.  Tampoco he sentido  la cortesía más elemental de un franciscano, como es desearse la paz y el bien unos a los otros.

Eso sí, y es lo más que me duele en lo más profundo de mi alma, como cristiano y franciscano, la superioridad de muchos de los que se dicen hermanos, la envidia, los celos, la indiferencia, el poco interés  que demuestran por la situación  personal de cada uno. ¿Qué poca Caridad y Espíritu evangélico he sentido en estos años en que he estado como Franciscano Seglar?

Y si los primeros que debieran dar ejemplo, no lo hacen, ¿Cómo pretender que los segundos o los terceros lo hagan? Me da pena y lastima por ellos, porque algún día también ellos como yo, tendremos que dar cuentas de nuestros actos en el tribunal de Dios.

Muchas veces me pregunto: ¿Para qué seguir en una Fraternidad, que no es fraterna, para que seguir con unos hermanos que te engañan, te mienten, sienten celos, que te critican por detrás, que te abandonan cuando más los necesitas, que te ignoran? ¿Por qué?  ¿Tal vez por querer ser autentico y sincero en mis convicciones de cristiano y eso nos les gusta? Si han visto algo malo de mí, que me lo digan, y les pediré perdón de corazón. ¿Y si no, por qué tanta hipocresía y falsedad? Ya se podrían llamar otra cosa, menos hermanos y  encima, franciscanos.

¿Dónde está el espíritu franciscano, donde está la Caridad y la fraternidad? ¿Dónde está  lo que profesamos ante los hermanos y ante Dios, de guardar y cumplir el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Ha sido todo ello una mentira? ¿Hemos prometido en falso? ¿Le hemos dado la espalda al mismo Dios y  a San Francisco de Asís?

Ya lo dijo con toda razón  Gandhi, cuando dijo: Me gusta Cristo, pero no los cristianos. Y cuando digo también: Coger una piedra dentro del agua y partirla, veréis que por fuera está mojada; pero por dentro está seca. Así pasa muchas veces en nuestra ser cristiano  y franciscano, por fuera parece todo ir bien, da la impresión que somos hermanos y que todos nos queremos. Hablamos mucho de Dios, de su Hijo Jesús, del Evangelio, de San Francisco de Asís; Pero por dentro estamos secos y vacíos del Espíritu Santo de Dios. Damos a entender que ya lo sabemos todo, que somos un modelo para los demás; pero la verdad es que  no imitamos en nada a nuestro Señor Jesús y a San Francisco.

Hay que hablar menos, ser más humildes y sencillos y volver a los orígenes, de donde no teníamos que haber salido.

Si sabemos mucho, pero no lo aplicamos en nuestra propia vida, practicando lo que hemos aprendido, de nada nos sirve, es paja que se lleva el viento. Todo pasará, menos el amor que hemos dado a los demás.

Un saludo de paz y bien para todos


San Francisco y las aves

Cierto muchacho había apresado un día muchas tórtolas y las llevaba a vender. Encontróse con él Francisco de Asís, que sentía especial ternura por los animales mansos, y mirando las tórtolas con ojos compasivos, dijo al muchacho:

«¡Oye, buen muchacho; dame, por favor, esas aves tan inocentes, que en la Sagrada Escritura representan a las almas castas, humildes y fieles, para que no vengan a parar en manos crueles que les den muerte!»

El muchacho, impulsado por Dios, le dio al punto todas a Francisco, y él las recibió en el seno y comenzó a hablar con ellas dulcemente:

«¡OH hermanas mías tórtolas, sencillas, inocentes y castas! ¿Por qué os habéis dejado coger? Yo quiero ahora libraros de la muerte, y os haré nidos para que os multipliquéis y deis fruto, conforme al mandato de vuestro Creador».

Y Francisco les hizo nido a todas. Ellas se domesticaron, y comenzaron a poner huevos y a empollar a la vista de los hermanos. Y vivían y alternaban familiarmente con Francisco y los demás hermanos como si fueran gallinas alimentadas siempre por ellos. Y no se marcharon hasta que Francisco les dio licencia para irse con su bendición.

Al muchacho que se las había dado dijo Francisco:

«Hijo mío, tú llegarás a ser hermano menor en esta Orden y servirás en gracia a Jesucristo».

Y así sucedió: aquel joven se hizo religioso y vivió en la Orden con grande santidad.

El sermón a los pájaros

Y el Santo habló así a los pájaros:

«¡Carísimos hermanos pájaros! Mucho debéis vosotros a Dios, y es menester que siempre y en todas partes les alabéis y bendigáis: he aquí que os ha dado esas alas, con que medís y cruzáis en todas direcciones el espacio.

Él os ha adornado con ese manto de mil y mil colores lindos y delicados. Él cuida solícito de vuestro sustento, sin que vosotros tengáis que sembrar ni cosechar, y apaga vuestra sed con las límpidas aguas de los arroyuelos del bosque, y puso en vuestras gargantas argentinas voces con que llenáis los aires de dulcísimas armonías.

Y para vosotros, para vuestro abrigo y recreo, levantó las colinas y los montes, y aventó y suspendió las abruptas rocas. Y para que tuvieseis donde fabricar vuestros nidos, creó y riega y mantiene la enmarañada floresta. Y para que no tengáis que afanaros en hilar ni en tejer, cuida de vuestro vestido y del de vuestros hijuelos.

¡OH!, mucho os ama vuestro soberano Creador, cuando os colma de tantos beneficios. Guardaos, pues, oh mis amados hermanitos, de serle ingratos, y pagadle siempre el tributo de alabanzas que le debéis».

No bien calló cuando los pajarillos empezaron a abrir sus picos y, batiendo las alas, tendiendo el cuello, inclinando al suelo la cabeza y haciendo mil otros graciosos meneos, prorrumpieron en alegres trinos, con que demostraban entero asentimiento a las palabras del santo predicador.

Éste, por su parte, lleno de contento y gozo, no se hartaba de contemplar tanta multitud y variedad de pájaros, tan mansos y dóciles. Y alabó también él al Señor y les encargó a ellos que nunca se cansasen de alabarle.

Y habiendo terminado su predicación y exhortación, hizo sobre sus alados oyentes la señal de la cruz para bendecirlos, y ellos al punto se lanzaron a los aires exhalando cantos maravillosos, y pronto se separaron y dispersaron en todas direcciones.

EL ESCUDO FRANCISCANO


Dos suavísimos rubíes…

Dos rosa entrelazadas…

Dos brazos, en uno sólo,

Que el cielo y la tierra abarcan,

Hacia un amor infinito

Lanzados como dos alas…

Dos soles que, con sus rayos,

Los corazones abrazan…

Dos abundosos caudales

De bendiciones y gracias…

Jesús y Francisco, el cielo

Fundido en las mismas ansias…

Creador y criatura, heridos

Por el amor de las almas…

……………………………………

¡Amparadme y bendecirme,

Gemelas manos llagadas!

P. Corredor

HAY MÁS NECESIDAD DE VIRTUD QUE DE PALABRAS

“El predicador del Evangelio Francisco, cuando predicaba a personas incultas, usaba expresiones sencillas y materiales, sabiendo que hay más necesidad de virtud que de palabras. Sin embargo, entre personas espirituales y más cultas, sacaba del corazón palabras profundas que daban vida”. Así escribe Tomas de Celano en su segunda biografía. A los sencillos Francisco habla con sencillez y a los sabios habla con sabiduría. En todo esto hay una sensibilidad humana, una atención y una aproximación, compartiendo con el prójimo aquellas palabras que puede comprender.

“Hay más necesidad de virtud que de palabras”. Nos enseña Francisco. Su vida es ejemplo y testimonio de que no se nutre de palabras sino de gestos. Así era Francisco, no solo con sus frailes, sino con todos.

El ejemplo es la forma más alta, la única capaz de implicar, interrogar, a veces también sorprender, y de llamar a la elección. Francisco en más de una ocasión había advertido sobre esto a sus frailes como lo leemos en la Admonición XXII: “Ay de aquel religioso que no cuida en su corazón los bienes que el Señor le muestra y no los muestra a los demás con sus obras, sino que con la esperanza de la recompensa desea manifestarlo a los hombres con palabras; en esto recibe ya su recompensa y quien escucha recoge pocos frutos”. El problema es precisamente éste. La palabra que no es vivificada por el ejemplo o – como escribe Francisco – por el Espíritu, permanece sin frutos. Es una preocupación constante de Francisco como lo recuerda también  San Buenaventura en su Leyenda mayor.

La ocasión se presenta cuando algunos frailes le piden la opinión a Francisco sobre la entrada en el orden de personas cultas e instruidas que puedan dedicarse también al estudio de las Escrituras. Esta es la respuesta de Francisco: “Me agrada, sí; siempre que, según el ejemplo de Cristo, de quien se lee cuanto ha orado y no cuanto ha estudiado, no se descuide la dedicación a la oración y que estudien no para saber cómo deben hablar sino para poner en práctica las cosas aprendidas, y, solo cuando las hayan puesto en práctica, las propongan a los demás”.

Francisco, que incluso se definía un hombre iletrado e ignorante, “instruido por la sabiduría que desciende de Dios, tenía una comprensión altísima de las Escrituras”. Recuerda Tomas de Celano, sobre todo recuerda como en Francisco: “Aquello que permanece inasequible a la ciencia de los maestros estaba abierto al afecto del amante. Para él la memoria tenía el lugar de los libros, porque sus oídos, incluso solo una vez, aferraban con seguridad aquello que el afecto meditaba con devoción. Afirmaba que este método de aprendizaje y de lectura es el único fructífero, y no aquél de consultar miles y miles de tratados”. En aquella sencillez humilde nace el oído y el corazón acoge aquello que busca amando.

El proceso de conversión de San Francisco fue largo, y en él se inserta esta oración. El Señor lo iba conduciendo mediante acontecimientos sucesivos por caminos que Francisco no acababa de entender ni sabía a donde le llevaban. Su gran preocupación era conocer la voluntad de Dios, saber lo que el Altísimo le pedía, y acertar el rumbo que debía emprender, para lo que recurría a la oración. Un día en que paseaba junto a la iglesia de San Damián, llevado del Espíritu entró en ella y se puso a orar fervorosamente ante la imagen del Crucificado, que piadosa y benignamente le habló así: «Francisco, vete, repara mi casa, que, como ves, se viene del todo al suelo». La mayoría de los testimonios de los manuscritos dice que fue entonces cuando Francisco recitó esta oración como respuesta al mandato que acababa de recibir. El contenido de la oración encaja perfectamente en las circunstancias del acontecimiento. Pero es de lo más normal que, en sus largas horas de oración buscando los caminos del Señor, el joven Francisco le pidiera que Su luz disipara sus tinieblas, y que las virtudes y los frutos del Espíritu le permitieran conocer y cumplir, sin demora ni tergiversación, la voluntad de Dios. Ciertamente, esta oración, en su densa brevedad, puede ser la oración de multitud de cristianos.

Sumo, glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumplatu santo y verdadero mandamiento.

Papas peregrinos a la tumba de San Francisco

1228

26 de mayo. Gregorio IX es Asís por unos días.
16 de julio. Canonizar a San Francisco a San Jorge, donde el santo es
enterrado de forma temporal.
17 de julio. Dell’erigenda personalmente bendijo la primera iglesia de piedra
de entierro, al oeste de la ciudad de Asís.
1235
16 de septiembre. Gregorio IX se mantiene hasta el 5 de octubre en el palacio gregoriano
construido al norte del santuario, el monasterio de los bosques.
1251
6 de noviembre de Inocencio IV, el viaje de regreso a Roma desde Lyon,
se detendrá en Perugia. Pero también llega a Asís para visitar la tumba
del santo.
1253
26 de abril. Inocencio IV permanecerá durante seis meses a la basílica.
25 de mayo. Consagra el templo de Dios, en memoria de San Francisco
(burbuja «es israeliticus populus» 11. VI).
12 de agosto. En San Damián, con toda la Curia asiste a la Eucaristía para
el entierro de Santa Clara.
17 de septiembre. Canonizar a San Estanislao, obispo y mártir de Cracovia.
1254
28 de abril. Viene a Asís y se quedó allí durante mayo.
1265
14 de febrero. Elegido Papa en Perugia, antes de ser
coronado, Clemente IV y Asís para venerar al santo.
26 de agosto. Desde Parugia llegar a Asís en peregrinación a la Santa.
1 de septiembre. Asís para consagrar la iglesia panteón de Santa
Chiara.
1266
8 de abril. Visita a la ciudad y las tumbas de los Santos Francisco y Clara.
1276
17 de mayo. Inocencio V es una peregrinación a la tumba del santo.
1285
9 de marzo. Martín IV visitar la Basílica de San Francisco. Testamento
el pontífice quiso ser enterrado en Asís, pero el clero y el pueblo
de Perugia traicionado este deseo, enterrándolo en la catedral.
1304
18 de mayo. Benedicto XI, dominico, es de Perugia a Asís
para venerar al santo.
1392
25 de julio. Huyendo de Perugia, Bonifacio IX en el tribunal así lo declara
Asís hasta septiembre.
1449
15 de noviembre. ‘V detiene NICOLO en Asís durante varios días, alojándose
en el palacio gregoriano. Su visita a la tumba de San Francisco es
recordado por una curiosa historia relacionada con la iconografía de la Santa Sede «en vivo
memorial de pie en la celda subterránea.
1459
19 de julio. Pío II visitó los santuarios de Asís.
1463
6 de febrero. Pío II de nuevo en Asís.
1464
21 de julio. Pío II de nuevo a visitar la tumba del santo.
1476
1 de agosto. Sixto IV visitó la tumba del santo. Ordenar el cierre de
sellado para proteger contra los atacantes en un tiempo de gran agitación
de la ciudad. El trabajo de diseño para varias grandes obras de
la iglesia y el convento para dejar un regalo a los preciosos muebles de Santo
litúrgico.
23 de octubre. De nuevo, en Asís.
1506
3 de septiembre. Julio II, para ser novato franciscana jóvenes, es a
Asís para venerar a San Francisco.
1532
23 de noviembre. Clemente visitó la tumba de San Francisco.
1535
7 de septiembre. Pablo III visitar Asís y sus santuarios.
1540
21 de junio. Después de una visita a la Paulina Perugia trabajo Rocca en
construcción, Pablo III es a Asís para venerar a los Santos Francisco y
Clara.
1841
5 de septiembre. GREGORIO XVI visita la ciudad y sus templos, incluyendo
el de Rivotorto.
1857
7 de mayo. Pío IX es pasar la noche en el Sacro Convento de Asís. El 8 de mayo,
una solemne celebración eucarística en la iglesia bajo el altar de la
Santa Sede.
1962
4 de octubre. La víspera del Concilio Vaticano Segundo que se lanzará el 11 de
octubre, Juan XXIII a Asís para implorar la ayuda de la Santa Sede
sobre la labor del Consejo. En su discurso en la basílica dijo que el Consejo
se llevará a cabo en nombre de la Trinidad, Augusta, en honor de María,
José, San Francisco …
1978
5 de noviembre. El recién elegido Papa polaco Juan Pablo II llega a
Asís para venerar a la patrona de la nación italiana, que es
de primates como obispo de Roma.
1982
12 de marzo. Junto con todos los obispos italianos, Juan Pablo II en
Asís, la peregrinación, durante el 8 ° centenario del nacimiento
de San Francisco.
1986
27 de octubre. Juan Pablo II en Asís con los líderes de todas las religiones
para una oración común por la paz mundial.
1993
9 de enero. Juan Pablo II en Asís, a promover la causa de
la paz y la seguridad en el nombre de San Francisco.
1998
3 de enero. Juan Pablo II por quinta vez del Santo Sepulcro,
última escala del viaje en las Marcas y Umbría a las poblaciones
afectadas por el devastador terremoto del 26 de septiembre de 1997.
2002
24 de enero. Juan Pablo II se reúne con líderes religiosos para obtener
el don de la paz después del 11 de septiembre de 2001.
2007
17 de junio. Visita Pastoral del Papa Benedicto XVI a Asís.

Benedicto XVI a los Franciscanos

“Como pastor de toda la Iglesia quiero agradeceros el don precioso que sois para el pueblo cristiano. Del arrollo que brotó en las faldas del Monte Subasio se ha formado un gran río que ha ofrecido una aportación notable a la difusión  del Evangelio…

Como Francisco, comenzad siempre por vosotros mismos…

Si sois capaces de renovaros en el espíritu del Evangelio, seguiréis ayudando a los pastores de la Iglesia a embellecer cada vez más su rostro de esposa de Cristo.

Esto es lo que el Papa, hoy como en vuestros orígenes, espera de vosotros…”

Recojamos el estandarte de San Francisco.

No olvidemos el deseo del Papa:

“Franciscanos, seguid embelleciendo el rostro de la Iglesia”…

Digámosle al Papa nuestro ofrecimiento: ¡Aquí nos tenéis, Señor!

Que vuestra vida franciscana embellezca a la Iglesia.

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